Historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de
una persona o de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad. Esa es
una de las definiciones de mito. Y existen mitos en todas las áreas de la vida.
Pueden nacer en publicidades, en el deporte de alta competencia, y luego el
boca a boca va realizando su aporte hasta que el mito queda instalado casi como
una verdad absoluta.
Son mitos relacionados con la actividad física, que no sólo
circulan entre los deportistas ocasionales, sino que son difundidos por médicos
no especializados, padres o entrenadores, aumentando el riesgo de lesiones o
enfermedades.
Cuáles son los más comunes y cuáles sus consecuencias. Cómo
prevenirse.
1 - Cualquier actividad física o deporte es adecuado para
la salud
Falso. Hasta los propios médicos suelen tomar como sinónimos
a actividad física y deporte, pero no se trata de la misma cosa. La práctica del
deporte -que implica competencia, estrés y dificultad para regular el esfuerzo-
puede representar un riesgo para personas no preparadas, sin historia deportiva
o también para fumadores, obesos o hipertensos. La práctica deportiva no está
indicada ni prohibida en materia de salud: pero en determinados casos se
requieren controles médicos previos antes de realizarla. Lo que se llama
“actividad física” sí se relaciona directamente con la vida sana y hasta la
Organización Mundial de la Salud recomienda practicarla durante 30 minutos
diarios todos los días. En esa denominación se incluyen prácticas sencillas,
como caminar, bailar o andar en bicicleta.
El ejercicio físico también puede tener como
contrapartida una serie de efectos negativos, sobre todo cuando es realizado de
forma inadecuada. No todos los ejercicios son adecuados para todas las
personas:
•
Una técnica incorrecta o un mal calentamiento
pueden ocasionar lesiones tendinosas, musculares y articulares.
•
Intensidades no adecuadas a avanzada edad o mal estado
físico pueden desembocar en problemas cardiovasculares, respiratorios o el
agravamiento de otras patologías.
•
Es muy frecuente observar a deportistas novatos
(y experimentados) realizar ejercicios muy poco recomendables.
La práctica deportiva saludable debe ser segura, de
intensidad moderada, compatible con la edad, estado de salud, con la vida profesional y familiar, estar acompañada de una dieta sana, y un descanso
reparador.
2 - Con practicar un deporte una vez por semana es
suficiente para estar bien
Falso. Quien practica deporte una vez por semana se expone a
todos los riesgos asociados y no obtiene ningún beneficio. Esta frecuencia no
tiene impacto sobre variables biológicas como la tensión arterial, el
funcionamiento cardíaco o el metabolismo, pero sí en el aumento de las lesiones
musculares, tendinosas, osteoarticulares y hasta se triplica el índice de
muerte súbita. Se recomienda practicar deporte entre 3 y 5 veces a la semana y
por lo menos una hora diaria.
3 - Hay que hidratarse antes o después de la actividad
física, pero nunca durante
Falso. En realidad durante la actividad se pierde agua de
las células, razón por la cual se recomienda hidratarse antes y durante la
actividad. De lo contrario se corre el riesgo de deshidratación y de
hipertermia.
4 - Sudar abundantemente es bueno para perder peso
Falso. La pérdida de agua, es decir, sudar, no es sinónimo
de pérdida de grasa. Es una contraindicación absoluta intentar adelgazar a
través del sudor, porque además de que no adelgaza, puede producir una
deshidratación severa, con las complicaciones que conlleva. Por lo tanto,
realizar ejercicio físico con vestimenta deportiva que ocasione una alta
sudoración, entrenar a horas de máximo calor o utilizar técnicas de pérdida de
peso como tomar una sauna, son prácticas totalmente incorrectas. Este tipo de
errores son especialmente perjudiciales para los niños, así como en personas
obesas. Sudar es crucial para regular la temperatura en ambientes calurosos. El
sudor es un sistema de refrigeración del organismo por el cual segrega líquidos
fuera del mismo, para que en contacto con la piel, éste se evapore y disminuya
la temperatura corporal. Con ello, lo que quiere nuestro cuerpo, es disminuir
el aumento de la temperatura que ha producido la actividad física. Sin embargo,
lo que segrega el cuerpo son líquidos, principalmente agua, no grasa. De hecho,
podemos estar parados a 40º al sol y sudar más que corriendo a 10º en invierno,
sin embargo, es en el segundo caso en el que estaremos quemando más grasa.
Cuando se baje peso por pérdida de sudor, debe recuperarse tan pronto como sea
posible.
5 - Consumir azúcar antes del ejercicio aumenta el
rendimiento
Esto puede ser cierto en un deportista de alto rendimiento,
pero en una persona común no tiene sentido. En el deportista de alto
rendimiento el consumo de azúcar antes de la actividad -en cantidades mínimas y
rigurosamente calculadas- previene la fatiga prematura. En la persona que va a
correr a la plaza es poco recomendable, porque precisamente la idea es reducir
el consumo de azúcar para prevenir la diabetes y la obesidad.
6 - Las vitaminas y minerales dan más fuerza
Falso. No hay razones para pensar que la administración de
complejos vitamínicos en adultos o niños que realizan ejercicio físico va a
tener un efecto beneficioso sobre el rendimiento deportivo. Una dieta variada
aporta suficiente cantidad de las distintas vitaminas y sólo será necesario
recurrir a su suplemento cuando se sospechen déficits o carencias de las
mismas, a través de un diagnóstico médico. De lo contrario se corre el riesgo
de desencadenar una hipervitaminosis por exceso de hierro o potasio.
7 - Conviene hidratarse con bebidas especiales
Esto puede ser cierto para deportistas de alto rendimiento,
pero no para el común de las personas. Las bebidas especiales acortan los
tiempos de recuperación y eso puede ser importante para el atleta que termina
una competencia y pronto debe afrontar otra, pero la persona que sale a correr
por la calle o va al gimnasio basta que se hidrate con agua potable.
8 - El músculo se convierte en grasa o viceversa
Falso. El músculo nunca puede transformarse en grasa, así como ésta
nunca puede hacerlo en músculo. Ambos son tejidos altamente especializados con
funciones específicas. Los músculos están compuestos por fibras largas, con
proteínas contráctiles diseñadas para ejercer fuerza. Las células grasas son
receptáculos redondos diseñados para almacenar energía. El entrenamiento
incrementa el volumen de la fibra muscular (hipertrofia) y el reposo lo reduce
(hipotrofia). El consumo excesivo de calorías ocasiona que las células grasa
aumenten en tamaño a medida que pasa el tiempo, y un consumo por debajo del
gasto calórico disminuye el contenido graso.
El mejor consejo que se puede dar es, como dicen las publicidades, ante la menor duda acuda a su médico...
Hasta la próxima.
Dr. Leandro Nuñez