La epicondilitis, también conocida como codo de tenista, es
una lesión bastante común causada por un sobreuso excesivo o sobrecarga del
codo. Recibe su nombre debido a que los jugadores de tenis son particularmente
propensos a esta lesión. Pero muchas otras actividades físicas, incluyendo el
tenis, paddle, hockey, handball, básquetbol, bicicleta, uso de una máquina
elíptica, etc., pueden causar o agravar la epicondilitis. Todo aquello que
conlleva uso repetido del miembro superior puede causarlo, sea con deporte o
no.
La epicondilitis es una enfermedad o lesión
caracterizada por dolor en la cara
externa del codo, en la región del epicóndilo. Está provocada por
movimientos repetitivos de extensión de la muñeca y supinación del
antebrazo, lo que ocasiona microrroturas fibrilares y reparación inadecuada a
nivel de los tendones de los músculos que se insertan en la región del
epicóndilo, principalmente del tendón del músculo extensor radial corto
del carpo. Hay que diferenciarla de la epitrocleítis, también llamada epicondilitis
medial o codo de golfista, en la que el dolor se localiza en la porción
interna del codo.
Causas
La epicondilitis es causada por la contracción de los
músculos del antebrazo en repetidas ocasiones, un movimiento que se puede
realizar en muchos deportes y en numerosas situaciones de la vida diaria. Es
una patología muy relacionada también con profesiones que requieran este
movimiento, así es en pintores, plomeros, mecánicos, administrativos, personal
sanitario, etc.
Las personas que manipulan herramientas de más de 1 kg de
peso o de cargas de 20 kg o más al menos diez veces al día o cualquier
profesión asociada a movimientos repetidos de extensión y giros de la muñeca
están expuestas a esta dolencia.
En los deportes de raqueta algunos errores técnicos pueden
contribuir al daño de la musculatura: realizar el golpe de revés con el codo
flexionado, colocarse de frente y no de lado, tener una raqueta de un peso,
diámetro de empuñadura o tensión del cordaje, inadecuado.
Es infrecuente, pero esta lesión también puede debutar como
consecuencia de traumatismos provocados por accidentes como un golpe o una
caída.
Síntomas
El dolor en el codo es una de las primeras señales indicadoras
de una epicondilitis. Suele ser un dolor fuerte y agudo que generalmente
empeora con el tiempo y se extenderá a lo largo del brazo desde el codo hasta
la muñeca. En muchos casos, el dolor se intensifica cuando se realiza el gesto
de “agarre”, como cuando se abre una puerta o darle la mano a alguien, elevar
una silla, abrir un frasco. También suele asociarse la pérdida de fuerza
al sujetar objetos, unido al dolor descrito.
Tratamiento
Hasta aproximadamente el 95% de las personas con
epicondilitis pueden ser tratadas sin necesidad de cirugía. Lo
primordial es darle reposo al brazo.
Todas aquellas maniobras o deportes que provoquen dolor deberán evitarse
durante el período que demande la curación.
Pueden requerirse durante algún período medicamentos para reducir el dolor, aplicar frío después de actividades que lo desencadenan y calor en época
subaguda o cronicidad. También ortesis
tipo cinchas del codo colocados 2-3 cm distales al punto doloroso ayudan
para realizar tareas y descargar el punto doloroso.
Todo esto acompañado de fisioterapia (ultrasonido, electroterapia, láser, técnicas
de masaje, realización de ciertos ejercicios) para ayudar a recuperar la
fuerza del brazo puede lograr que pasados unos meses se recupere.
En ocasiones, la infiltración o
inyección local de corticoides asociados o no a un anestésico local pueden
resolver los episodios de dolor durante semanas o meses, en ocasiones se
realizan 3 infiltraciones sucesivas con intervalos de una semana entre ellas.
Existe un pequeño riesgo de rotura local de la inserción del tendón y del
propio tendón. Este riesgo aumenta en función del número de infiltraciones.
En la actualidad las infiltraciones con
PLASMA RICO EN FACTORES DE CRECIMIENTO están dando buenos resultados en el
tratamiento de esta patología, buscando regenerar las fibras dañadas.
Cirugía
Son pocos los casos que terminan en cirugía
pero si todo lo anteriormente expuesto como tratamiento no lleva a la mejoría tras
aproximadamente 9-12 meses, el único remedio puede ser la cirugía para
tratar la patología.
En general, se puede empezar a usar el brazo con normalidad
alrededor de cuatro a seis meses después de la cirugía.
Nuestra recomendación, teniendo en cuenta que la mayoría de
los pacientes son deportistas, es realizar terapia física y 3 aplicaciones de
plasma rico en plaquetas.
Hasta la próxima.
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