jueves, 17 de julio de 2014

Lesiones provocadas por el Rock

El “headbanging”, que se compone de fuertes movimientos de cabeza sincronizados con la música hard rock o heavy metal, puede resultar peligroso para la salud, según estudios publicados en las revistas médicas británicas The Lancet y British Medical Journal.



A menudo, los jóvenes que asisten a estos recitales refieren episodios de mareos y confusión, posibles síntomas de daño cerebral leve. Médicos alemanes señalan el caso de un hombre de 50 años al que le fue detectado un hematoma próximos al cerebro en enero de 2013, cuatro semanas después de asistir a un concierto de Motörhead, un grupo de heavy metal británico.
El paciente se quejaba de fuertes migrañas que se agravaban con los días. Los médicos hallaron un hematoma subdural y que drenaron con una punción en el cráneo.
Los hematomas subdurales suelen ser consecuencia de traumatismos craneales, y producen una compresión progresiva del cerebro. Cuando dicho traumatismo no es muy fuerte, el hematoma puede aparecer varias semanas después del golpe.

La literatura científica documenta tres casos similares atribuidos al “headbanging” estos últimos años. Uno de los pacientes murió a raíz de un hematoma subdural agudo.
El “headbanging” nació en 1968 durante un recital de Led Zeppelin en Boston cuando los integrantes de las primeras filas del público comenzaron a sacudir sus cabezas al ritmo de la música. Este ritual ha dejado su marca en la cultura popular con la serie animada “Beavis and Butt-Head” al ver videos musicales, siendo el primero de ellos con la canción “I Wanna Be Sedated” de The Ramones. También se masificó con la película “Wayne’s World” cuando Wayne, Garth y sus amigos escuchaban “Bohemian Rhapsody” de Queen.





Existen varias técnicas de headbanging, la más común es el "up and down" (que consiste en sacudir la cabeza de arriba abajo). Entre las otras figuran el "circular swing" que se traduce por un movimiento circular de la cabeza (como los músicos de Metallica), o "side-to-side" que se hace de derecha a izquierda.
También un par de músicos han sufrido lesiones, como Jason Newsted, quien adujo “daño físico” por el “headbanging” como uno de los motivos de su partida de Metallica. El otro caso corresponde a Terry Balsamo, guitarrista de Evanescence, cuyos médicos creen que sufrió un ACV a consecuencia del “headbanging”.
El “headbanging” también se asoció a otros tipos de heridas como los traumatismos en la región cervical, disecciones de la arteria carótida o fracturas de la segunda vértebra cervical.

Algunas medidas preventivas: utilizar algún tipo de collar protector, o asistir a recitales de Celine Dion, Michael Bolton o Richard Clayderman…

Hasta la próxima.

Dr. Leandro Nuñez

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miércoles, 16 de julio de 2014

Dolor Cervical

Generalmente a muchos traumatólogos esta patología les incomoda, quizá porque a pesar de poder realizar un diagnóstico relativamente sencillo, las opciones de tratamiento a veces no son todo lo satisfactorias que uno desea debido a las circunstancias que rodean el problema.



Anatomía básica

La columna cervical tiene 7 vértebras, con sus discos intervertebrales (inexistentes entre el occipital-C1 y entre C1-C2), sus ligamentos correspondientes, sus articulaciones, su sistema de raíces nerviosas y la médula.
Es importante comenzar diciendo qué es lo que realmente duele. Pues bien, duele la raíz nerviosa por compresión o isquemia, los ligamentos, la musculatura, que se contractura ante la presencia de alteraciones, pero sobre todo duelen las articulaciones interapofisarias que son el origen del dolor cervical en un  25-75% de los casos. El disco no duele, no tiene terminaciones nerviosas, pero indirectamente lo hace por compresión nerviosa y la inestabilidad que provoca.

Es importante comprender la historia natural de esta enfermedad. Los discos intervertebrales a partir de la 4ª década de la vida van alterando sus propiedades, se deshidratan y su núcleo se va extruyendo. De ahí que se formen protrusiones del disco (a veces hernias) y pérdida de altura, que producen pequeñas microinestabilidades que dañan ligamentos y articulaciones. El hueso reaccionará produciendo osteofitos, que no son más que un intento de estabilizar lo dañado, o sea generar más rigidez para evitar movimiento y por lo tanto, evitar el dolor. Y la musculatura se contractura en un intento de colaborar en dicha estabilización con lo cual la columna “se rectifica”. Se van afectando todas estas estructuras que generan dolor. El problema es que no se sabe exactamente cuándo empiezan a doler. A veces muchos traumatismos menores como un latigazo cervical lo desencadenan en columnas que ya sufrían “en silencio”. Otras veces, la mayoría, es un proceso degenerativo puro.

Causas frecuentes

Una causa común del dolor cervical es la tensión o distensión muscular y, por lo general, las actividades diarias son las responsables. Tales actividades abarcan:

·      Agacharse sobre un escritorio durante horas.
·      Tener una mala postura mientras se ve televisión o al leer.
·      Colocar el monitor de la computadora demasiado alto o demasiado bajo.
·      Dormir en una posición incómoda.
·      Torcer y girar el cuello bruscamente mientras hace ejercicio. 

Otras causas: artrosis, fibromialgia, traumatismos, infecciones, tumores (raros), fracturas, hernias de disco, etc.



Síntomas

-       Dolor con el movimiento
-       Contracturas
-       Crujidos
-       Dolor de cabeza
-       Mareos por la contracción de vasos sanguíneos que corren hacia la cabeza por el sistema vertebral
-       Síntomas neurológicos por irritación de las raíces nerviosas que van hacia el hombro, brazo y mano.
-       La forma más grave es la afectación de la médula cervical en casos avanzados (mielopatía), con una sintomatología muy variada, como por ejemplo, alteración de la marcha.

Diagnóstico

Las pruebas diagnósticas como las Rx, o una RNM (resonancia magnética) son útiles para establecer un diagnóstico y una gradación del problema. Y es importante dejar que sea el traumatólogo quien las interprete, porque las manifestaciones radiológicas no se corresponden con la sintomatología en muchos casos. De hecho hasta en un 95% de las personas mayores de 65 años hay alteraciones en las imágenes y son asintomáticas.



Es muy importante enfocar el problema en el contexto particular de cada paciente. Esto es debido a que tiene incidencia el estilo de vida, las tensiones, la actividad laboral, etc.. Un antiinflamatorio o un relajante muscular  sólo es una parte del tratamiento.

Cuidado!!! Con las patologías de columna, siendo muy frecuentes, hay un montón de engaño terapéutico, como en todos los problemas crónicos y difíciles de resolver de un día para otro: máquinas extrañas, masajes exóticos, camillas especiales ultrasofisticadas, ozonoterapia, y demás pociones mágicas…

Como consejo, se recomienda buscar profesionales bien formados. Sin duda, la terapia física rehabilitadora, fisioterapia y especialmente el deporte de tonificación son claves en el manejo de esta enfermedad a corto y largo plazo combinados con el tratamiento médico. Lo difícil, es alentar al paciente para cambiar sus hábitos de vida. Y no es igual el hábito deportivo de una persona de 40 años que el de una de 75. Pero siempre hay algo que hacer, como reforzar los músculos.
El tratamiento quirúrgico solo es necesario en casos muy limitados, y que un problema que se genera durante muchos años no se resuelve en una semana.


Es imprescindible acudir al traumatólogo. Un buen diagnóstico precede a un buen tratamiento.

Hasta la próxima.

Dr. Leandro Nuñez

Epicondilitis o Codo de Tenista

La epicondilitis, también conocida como codo de tenista, es una lesión bastante común causada por un sobreuso excesivo o sobrecarga del codo. Recibe su nombre debido a que los jugadores de tenis son particularmente propensos a esta lesión. Pero muchas otras actividades físicas, incluyendo el tenis, paddle, hockey, handball, básquetbol, bicicleta, uso de una máquina elíptica, etc., pueden causar o agravar la epicondilitis. Todo aquello que conlleva uso repetido del miembro superior puede causarlo, sea con deporte o no.



La epicondilitis es una enfermedad o lesión caracterizada por dolor en la cara externa del codo, en la región del epicóndilo. Está provocada por movimientos repetitivos de extensión de la muñeca y supinación del antebrazo, lo que ocasiona microrroturas fibrilares y reparación inadecuada a nivel de los tendones de los músculos que se insertan en la región del epicóndilo, principalmente del tendón del músculo extensor radial corto del carpo. Hay que diferenciarla de la epitrocleítis, también llamada epicondilitis medial o codo de golfista, en la que el dolor se localiza en la porción interna del codo.


Causas

La epicondilitis es causada por la contracción de los músculos del antebrazo en repetidas ocasiones, un movimiento que se puede realizar en muchos deportes y en numerosas situaciones de la vida diaria. Es una patología muy relacionada también con profesiones que requieran este movimiento, así es en pintores, plomeros, mecánicos, administrativos, personal sanitario, etc.
Las personas que manipulan herramientas de más de 1 kg de peso o de cargas de 20 kg o más al menos diez veces al día o cualquier profesión asociada a movimientos repetidos de extensión y giros de la muñeca están expuestas a esta dolencia.
En los deportes de raqueta algunos errores técnicos pueden contribuir al daño de la musculatura: realizar el golpe de revés con el codo flexionado, colocarse de frente y no de lado, tener una raqueta de un peso, diámetro de empuñadura o tensión del cordaje, inadecuado.
Es infrecuente, pero esta lesión también puede debutar como consecuencia de traumatismos provocados por accidentes como un golpe o una caída.


Síntomas

El dolor en el codo es una de las primeras señales indicadoras de una epicondilitis. Suele ser un dolor fuerte y agudo que generalmente empeora con el tiempo y se extenderá a lo largo del brazo desde el codo hasta la muñeca. En muchos casos, el dolor se intensifica cuando se realiza el gesto de “agarre”, como cuando se abre una puerta o darle la mano a alguien, elevar una silla, abrir un frasco. También suele asociarse la pérdida de fuerza al sujetar objetos, unido al dolor descrito.


Tratamiento

Hasta aproximadamente el 95% de las personas con epicondilitis pueden ser  tratadas sin necesidad de cirugía. Lo primordial es darle reposo al brazo. Todas aquellas maniobras o deportes que provoquen dolor deberán evitarse durante el período que demande la curación.

Pueden requerirse durante algún período medicamentos para reducir el dolor, aplicar frío después de actividades que lo desencadenan y calor en época subaguda o cronicidad. También ortesis tipo cinchas del codo colocados 2-3 cm distales al punto doloroso ayudan para realizar tareas y descargar el punto doloroso. 



Todo esto acompañado de fisioterapia (ultrasonido, electroterapia, láser, técnicas de masaje, realización de ciertos ejercicios) para ayudar a recuperar la fuerza del brazo puede lograr que pasados unos meses se recupere.

En ocasiones, la infiltración o inyección local de corticoides asociados o no a un anestésico local pueden resolver los episodios de dolor durante semanas o meses, en ocasiones se realizan 3 infiltraciones sucesivas con intervalos de una semana entre ellas. Existe un pequeño riesgo de rotura local de la inserción del tendón y del propio tendón. Este riesgo aumenta en función del número de infiltraciones. 
En la actualidad las infiltraciones con PLASMA RICO EN FACTORES DE CRECIMIENTO están dando buenos resultados en el tratamiento de esta patología, buscando regenerar las fibras dañadas.


Cirugía

Son pocos los casos que terminan en cirugía pero si todo lo anteriormente expuesto como tratamiento no lleva a la mejoría tras aproximadamente 9-12 meses, el único remedio puede ser la cirugía para tratar la patología.
En general, se puede empezar a usar el brazo con normalidad alrededor de cuatro a seis meses después de la cirugía.

Nuestra recomendación, teniendo en cuenta que la mayoría de los pacientes son deportistas, es realizar terapia física y 3 aplicaciones de plasma rico en plaquetas.




Hasta la próxima.

Dr. Leandro Nuñez

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lunes, 7 de julio de 2014

Fractura de Cadera

Introducción

Uno de los temas clásicos de la Traumatología. Pero así como es de clásico, y frecuente, también es una patología bastante menospreciada.
La gran mayoría de fracturas de cadera que hay se producen en pacientes ancianos. El tratamiento es básicamente quirúrgico. De no ser así, el paciente probablemente estaría condenado a no volver a caminar o a hacerlo con dificultades y con dolor. Hoy en día la cirugía evita gran parte del dolor pero si no se hace correctamente pueden quedar secuelas.
Las personas que padecen este problema tienen más probabilidades de morir que una persona de la misma edad que no sufre de esta lesión. Estadísticamente, cerca del 20 por ciento de los pacientes que tienen una fractura de cadera mueren en un plazo no mayor a un año desde que sufrieron la lesión. Pero en Argentina, esta cifra asciende al 34,5%. Se estima que sólo una de cada cuatro personas se recupera totalmente de una fractura de cadera.


¿Por qué la considero “menospreciada”? 

Porque si bien es cierto que la edad es la edad, con todas sus enfermedades acompañantes y que hay cosas que no se pueden cambiar, existe una pregunta que me hace pensar: ¿conocen mucha gente que se opere una fractura de cadera en un centro privado buscando un cirujano súperespecialista en este tema, como por ejemplo para el ligamento cruzado anterior de un futbolista?
La respuesta es NO, ya que su volumen hace que sea una de las cirugías más realizadas en el ámbito público y por profesionales en formación, y por tanto tenga ese rótulo de ser una patología “simple”. Personalmente, he comprobado que ofrecer un buen tratamiento provoca una notable mejoría en la calidad de vida de estos pacientes, que hace unos años no se valoraba. No son pocos los pacientes que acuden a consulta luego de haber sido (mal)operados varios días después de la lesión y con complicaciones en su mayoría evitables.


Tipos de Fracturas

Las fracturas de cadera en realidad son fracturas del extremo proximal del fémur. En Argentina ocurren algo más de 34000 fracturas de cadera al año, unas 90 por día. Por ende, su impacto económico y social es enorme.
Las mujeres lo sufren 4 veces más que los hombres. La osteoporosis y otras enfermedades que se manifiestan con la edad hacen que el hueso no sea de gran calidad y se rompa con cierta facilidad.
Una caída es la causa más frecuente para este tipo de lesiones entre las personas mayores. Un pequeño porcentaje de personas puede fracturarse la cadera en forma espontánea. En personas más jóvenes, esta lesión se produce como resultado de un accidente automovilístico, una caída desde gran altura o un trauma severo.

Las fracturas del extremo proximal del fémur son básicamente de dos tipos: intracapsulares y extracapsulares. Ambas tienen distinto tratamiento. Anatómicamente, la articulación de la cadera está rodeada por una cápsula fibrosa que mantiene la cabeza del fémur en el acetábulo de la pelvis. Dentro, como en otras articulaciones, está el líquido sinovial. Si la fractura es dentro de esta cápsula se llama intracapsular o medial, son las que vulgarmente se denominan “de cuello de fémur” porque se producen en esa zona del hueso. Cuando la fractura ocurre por fuera de esa cápsula se llama extracapsular o lateral, y puede ser pertrocantérica o subtrocantérica.



El problema principal de las fracturas intracapsulares es que se interrumpe la circulación de la cabeza femoral. Es un problema biológico. Si está muy poco desplazada y el paciente es joven se intentará reducirla cuanto antes, pues cuanto más tiempo pase más probabilidades hay de que la circulación sufra daño. Para ello se pueden usar unos tornillos de osteosíntesis. A veces no es suficiente y pasados unos meses la cabeza del fémur al quedarse sin circulación se necrosa, y en ese caso se opta por una prótesis de cadera.
En pacientes ancianos, que son la mayoría, se opta directamente por una prótesis de cadera, pues ya de por sí el estado de la cabeza no es muy bueno y con una prótesis puede caminar a los pocos días.




Las fracturas extracapsulares se producen fuera de la cápsula, generalmente entre ambos trocánteres del fémur. Los trocánteres son el mayor y el menor, prominencias que sirven de inserción a potentes músculos que determinarán el desplazamiento de los fragmentos de la fractura. Aquí el problema no es tanto la falta de consolidación sino esas fuerzas de tracción que producen desplazamiento y, por lo tanto, mucho dolor e impotencia funcional, además de un sangrado muy importante.
La media de edad de estos pacientes es aún un poco más alta, por lo que una fractura de este tipo puede resultar “mortal” para ellos ya que con diversas patologías cardíacas o pulmonares de base, sufrir esto significa una descompensación muy importante. En este caso lo importante es estabilizar la fractura cuanto antes pues así disminuye el sangrado y el dolor, y además se podrá “sentar” al paciente cuanto antes. Se ha visto que una cirugía temprana mejora mucho el resultado final en cuanto a calidad de vida. A veces, la sobrecarga de hospitales y la (falta de) disponibilidad del material hace que muchos de estos pacientes estén esperando días para ser operados.

Dentro de las fracturas extracapsulares la mayoría son pertrocantéricas (entre ambos trocánteres), que para nosotros los cirujanos son relativamente sencillas para fijar y reducir correctamente de forma quirúrgica. Pero hay otras como las subtrocantéricas (con trazo de fractura por debajo del trocánter menor) que son especialmente complejas y cuya cirugía puede ser muy mal tolerada si no es manejada por un cirujano experimentado. No es igual una fractura pertrocantérica poco desplazada, que una subtrocantérica muy desplazada. A veces, se las trata como iguales y no debería ser así. La mortalidad en el primer año de las subtrocantéricas es altísima, pero se ha comprobado que un buen manejo puede equipararla a las pertrocantéricas.
En el caso de las fracturas extracapsulares lo que se suele utilizar son “clavos de osteosíntesis”.


Como resumen debe quedar el concepto que una fractura de cadera es una situación muy grave tanto en personas jóvenes como mayores, que no se debe menospreciar en ningún caso, y que debe recibir el mejor tratamiento posible porque se puede resolver.



Hasta la próxima.

Dr. Leandro Nuñez

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viernes, 4 de julio de 2014

Fractura Vertebral: La lesión de Neymar

Hoy se conmocionó el mundo futbolístico. Neymar afuera del Mundial por una fractura en una vértebra. La lesión es en la 3era vértebra lumbar. Por el mecanismo (golpe directo) impresiona ser en la apófisis transversa.

¿Qué es la fractura de la apófisis transversa?

El mecanismo de lesión puede ser un traumatismo de alta energía o por arrancamiento por una contracción intensa de los músculos lumbares que se insertan en las apófisis transversas. Debido al gran tono y masa muscular de los atletas, las fracturas de la apófisis transversa son generalmente lesiones aisladas y benignas aunque no se pueden descartar otras lesiones asociadas.



Las fracturas de las apófisis transversas pueden ser asintomáticas o presentarse con dolor agudo, asociado con parestesias en la espalda. El examen físico de la columna lumbar revela dolor intenso a la palpación sobre el área de la musculatura paravertebral afectada. La movilidad de la columna está limitada y la flexión lateral se acompaña de dolor. Se puede encontrar espasmo del músculo psoas mayor, con incapacidad para estirar la espalda y la extremidad inferior simultáneamente.

Las radiografías deben descartar la fractura aunque, a veces, es necesario un TAC que confirme la fractura y descarte otras lesiones.

Esta sería la imagen de la lesión de Neymar que circula por redes sociales. Fractura de la apófisis transversa de la 3era vértebra lumbar.

El tratamiento de estas fracturas incluye descanso, hielo, utilización de un corsé y antiinflamatorios. El regreso a la actividad deportiva puede acompañarse de equipamiento de protección. La curación de una fractura requiere un período de recuperación de entre 2 y 3 meses dejando pocos síntomas residuales.


Tipo de corsé TLSO para fracturas lumbares.

Dr. Leandro Nuñez

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Tratamientos con Ácido Hialurónico

La infiltración de ácido hialurónico (AH), también denominada viscosuplementación, tiene el objetivo de disminuir el dolor articular y mejorar el estado funcional de la articulación artrósica o degenerativa, más particularmente, la rodilla.


Introducción

A pesar de que la artrosis es la afección del sistema musculoesquelético de consulta más frecuente, su manejo es aún controvertido dado los múltiples enfoques disciplinarios que involucra. Se considera  que el 30% de la población entre 30 y 64 años y 85% de los mayores de 65 años tienen signos radiográficos y manifestaciones clínicas de artrosis.
La artrosis se produce por el desequilibrio entre la síntesis y la degradación de los componentes de la matriz del cartílago hialino. Empieza afectando a la capa más superficial del cartílago haciendo que pierda su capacidad de retener agua y de mantenerse hidratado perdiendo su capacidad de resistencia.
El segundo proceso más importante es la inflamación que aparece y contribuye de manera notable a la progresión del proceso artrósico.
Estos cambios repercuten en la viscoelasticidad del líquido sinovial, con el consecuente impacto negativo en la biomecánica del cartílago articular, volviéndolo vulnerable a la compresión, tensión y cizallamiento durante el desarrollo de la función articular.




¿Qué es el ácido hialurónico?

El ácido hialurónico es una sustancia viscosa y elástica que normalmente fabrica la articulación y que compone el líquido sinovial. En su estado normal, este líquido es muy rico en ácido hialurónico, y lubrifica las superficies cartilaginosas y las protege de los golpes. Durante la artrosis, el líquido sinovial pierde ácido hialurónico, lo que hace al cartílago más vulnerable a las fuerzas de fricción y compresión.
Una rodilla sana contiene dos mililitros de líquido sinovial, con una concentración de AH de 2.5 a 4.0 mg/ml. En la artrosis, la concentración se reduce de la mitad a un tercio del valor normal.
El AH regula las diferentes actividades celulares a través de receptores específicos e interacciones con la matriz extracelular. Es por ello, que la inyección intraarticular de AH debería, teóricamente, contribuir a restaurar las propiedades del líquido sinovial protegiendo a la articulación artrósica del deterioro.


Infiltraciones con Ácido Hialurónico

Se utiliza para recuperar la viscoelasticidad del líquido sinovial que se pierde en el proceso artrósico y hace que el cartílago esté más desprotegido hasta para los pequeños traumatismos de la vida diaria.
El principal objetivo es mejorar las condiciones de la articulación evitando el rozamiento articular y descargando al hueso subcondral de la presión aumentada por la pérdida del cartílago hialino, por lo que se consigue un alivio sintomático del dolor y mejora la función articular.
Mejora la lubricación articular, mantiene la separación de las superficies articulares actuando como un relleno de apoyo viscoelástico y amortigua la carga en beneficio de la integridad del cartílago.


Indicaciones

Se utiliza en pacientes con articulaciones que presentan cambios degenerativos, artrosis o afectación del cartílago. Su uso más extendido es la rodilla aunque se va acrecentando la utilización en cadera, tobillo y hombro.
Cada vez más en deportistas de alto nivel con condropatía rotuliana u otras localizaciones, estas infiltraciones suponen otra herramienta para mejorar su funcionamiento, así como en pacientes que quieren intentar alternativas menos invasivas independientemente de su estadio clínico.


¿Cómo se administra?

El tratamiento suele consistir en inyecciones que se administran con distinta frecuencia dependiendo de la concentración y la marca. La primera vez puede sorprender la sensación de la aguja en la rodilla, pero no es más molesta que el pinchazo de un análisis de sangre. Sus efectos no son inmediatos.
Los beneficios empiezan a notarse aproximadamente un mes después de la primera inyección y duran unos seis meses. Al final de este período, si médico y paciente consideran que el resultado ha sido bueno, se puede repetir el tratamiento.
Pero, aunque los síntomas mejoren, el ácido hialurónico no cura la artrosis. Puede mejorar la lubricación de la articulación y la capacidad de amortiguación, pero no restaura el cartílago dañado. Por ello, conviene recordar que no es un sustituto sino un complemento de otros tratamientos y recomendaciones.



Particularmente, prefiero combinar la infiltración de AH con el Plasma Rico en Plaquetas, para mejorar los resultados a largo plazo, máxime en los casos de artrosis incipiente.

Hasta la próxima. 

Dr. Leandro Nuñez

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jueves, 3 de julio de 2014

Fracturas por estrés

España 2014, más precisamente a partir del 30 de agosto. Ese es el objetivo de Manu Ginóbili, uno de nuestros deportistas más admirados y reconocidos. El Mundial de Básquetbol. Pero empiezan a aparecer piedras en el camino… Una lesión podría impedirle jugar. Según trascendió, se habla de una fractura por estrés en su pierna derecha (no aclara específicamente el hueso afectado, ¿tibia?, ¿peroné?, ¿metatarso?). Más allá de las conjeturas periodísticas por cómo se conoció el tema, que no es mi área, se rumorea que la sufrió durante Las Finales ante Miami Heat, y que sería en el peroné…

Pero ¿qué es una fractura por estrés?

También llamadas fracturas “por fatiga”. Ocurren como resultado de la aplicación de fuerzas repetidas en los huesos por un tiempo prolongado.
Lo más frecuente es que estas fracturas aparezcan  con cargas bajas, a frecuencias elevadas (como correr una maratón). Las fracturas por estrés son más frecuentes en huesos de carga (miembros inferiores) en mujeres jóvenes, en deportistas (corredores, futbolistas, basquetbolistas) y bailarines. Es la lesión más representativa de las patologías por sobreuso en el deporte. Pueden ocurrir en cualquier individuo después de los 7 años. Los sitios más frecuentes son la tibia, el peroné, los huesos del pie (metatarsianos) y el fémur, aunque depende del deporte. Por ejemplo, en golfistas no es infrecuente la fractura por estrés de costillas, en gimnastas se pueden ver fracturas vertebrales y en beisbolistas en el húmero.
Se distinguen dos tipos de fractura por estrés: la fractura por fatiga, que se produce como consecuencia de la aplicación de un estrés anormal o torsión sobre un hueso normal, y la fractura por insuficiencia, que se presenta en un hueso con resistencia anormal (osteoporosis, etc.) que se rompe por una fuerza o estrés normal (no las trataré aquí).
Pueden influir factores tales como el nivel y calidad del entrenamiento, fármacos, la nutrición y los hábitos dietéticos, y finalmente el equipo que se usa para entrenar, como el calzado deportivo o la superficie en la que se entrena.
Existe otro factor muy importante: La vascularización o aporte sanguíneo del hueso, ya que este tipo de fracturas ocurren en aquéllos que por su peculiar anatomía reciben un escaso aporte vascular, como el escafoides tarsiano, la base del 5º metatarsiano y la cara anterior de la diáfisis tibial. Se le suman otras zonas de gran impacto como el calcáneo, otros metatarsianos, los sesamoideos del pie, epífisis del peroné o cuello de fémur.
Resumiendo, apliquemos un número indeterminado de cargas en un hueso con escasa vascularización y tendremos una fractura, en este  caso por estrés.

Fractura por estrés en 3er metatarsiano en fase de consolidación




Síntomas
El paciente generalmente comienza con un dolor leve inicial, relacionado con la actividad física que va progresando en intensidad sin el antecedente de una lesión aguda. Inicialmente ese dolor cede con el reposo, pero después de 1 o 2 semanas, se vuelve continuo, intenso y puede despertar en la noche a la persona. Se puede encontrar dolor e inflamación local al tocar el sitio de la fractura.

Diagnóstico
Las radiografías son muy útiles, pero a veces NO muestran la lesión inicialmente, sino hasta la 2ª o 3ª semana.
El diagnóstico en estos casos se realiza con la Resonancia Magnética Nuclear (RMN), de una alta sensibilidad en los estadíos iniciales, donde se detecta el edema óseo provocado por la lesión.
Luego se complementa con una Tomografía Computada para tener una mejor definición de la imagen e ir siguiendo la evolución.

Tratamiento
El tratamiento habitual de las fracturas por estrés consiste en REPOSO y a veces se requiere inmovilización del hueso afectado, pero hay algunas zonas como la parte anterior de la tibia, el cuello del fémur, el quinto metatarsiano y el escafoides del pie, que frecuentemente tienen mejor resultado si se intervienen quirúrgicamente. En algunos deportistas de élite se decide operar de inicio para acelerar el retorno y prevenir complicaciones.



Algunos tratamientos específicos según la localización:

- Fracturas por sobrecarga de la díáfisis tibial: cursan inicialmente como una periostitis, no suele necesitar inmovilización y es totalmente necesario el reposo.
- Fracturas por sobrecarga maléolo medial: en atletas de salto o carrera con dolor en parte interna del tobillo. El tratamiento es muy variable, lo más frecuente es inmovilizar con apoyo. No es rara la cirugía por desplazamiento o al visualizar fractura completa.
- Fracturas por sobrecarga del peroné: Con reposo y cese de actividad mejoran, el uso de férula da resultados excelentes.
- Fracturas por sobrecarga sesamoideos: poco descriptas, pasan desapercibidas. Tratamiento quirúrgico se plantea si el dolor perdura más de 6 meses en deportistas.
- Fracturas por sobrecarga de los metatarsianos: por marchas prolongadas. Reposo e inmovilización.
- Fracturas por sobrecarga del 5º metatarsiano: Se confunden a menudo con fracturas agudas por torsión o traumáticas. Suelen ser quirúrgicas en deportistas de élite.
- Fracturas por sobrecarga del escafoides tarsiano: infrecuentes. Se tarda en diagnosticar por su presentación vaga en síntomas y dificultad para ver alteraciones en radiografías. Inmovilización.
- Fracturas por sobrecarga del calcáneo: las más frecuentes del tarso. Se confunde a menudo con otras patologías. Tratamiento sintomático.

Algunos deportistas que sufrieron este tipo de lesiones:
-       Rafael Nadal: fractura por estrés del escafoides tarsiano en 2004. Fuera de las canchas por 2 meses.
-       Marcelo: fractura por estrés en 5º metatarsiano, operado en 2012.
-       Xabi Alonso: recuperándose de una cirugía por pubialgia, sufre fractura por estrés del 5º metatarsiano, operándose en agosto de 2013.
-       Pau Gasol: fractura por estrés del 5º metatarsiano, operado en 2013.
-       Yao Ming: sufrió fractura por estrés en tobillo en 3 ocasiones, lo cual derivó en su retiro de la actividad profesional.
-       Lionel Messi: en 2010 fue operado por una fractura por estrés del 5º metatarsiano. El médico del Barcelona había declarado que Messi sufría de dolores crónicos en ambos pies en el 5º metatarsiano, y luego de un trauma menor sufrió la fractura del izquierdo.

Como puede apreciarse es una lesión bastante frecuente... Y vamos Manu!!!




Hasta la próxima.

Dr. Leandro Nuñez

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